Cada vez que a los seguidores del gobierno se les antoja que las cosas hay que hacerlas como a ellos les da la gana, colocan sobre la mesa un eterno "doble blanco" del dominó. El asterisco de un proceso Constituyente. El ardid vale para todo.
Incluso para aquellos espacios jurídicos en los cuales esta figura no está planteada o no existe. Por ahí podemos verlos, repitiendo el tema como una fórmula casera para enderezar entuertos: Constituyente Universitaria; Constituyente Religiosa, Constituyente Estudiantil, Constituyente Gremial.
Un grupúsculo de funcionarios públicos que se quiere hacer pasar por periodistas ha hecho de esta bisutería retórica una consigna extrapolable al mundo de la información.
Como el chavismo sabe que es una minoría clara en este ámbito, saca de nuevo el sombrero del conejo: quieren ahora, una vez que un CNP fortalecido ha electo nuevas autoridades, a sabiendas de que es un espacio que no pueden dominar y necesitan tomar, una Constituyente gremial. Siempre será mejor patalear desde afuera que forzar un retrato en el cual les estaba esperando una derrota.
"Funcionarios públicos", dije. Prácticamente todos los comunicadores que defienden los intereses del gobierno en esta coyuntura tienen rato, casi una década, que no ejercen la intermediación: ni ponen títulos, ni buscan historias, ni consiguen noticias.
Son jarrones chinos: ex periodistas. Personas que militan en partidos, se sientan en escritorios y ejercen cargos y le quieren imponer a los demás su visión unidimensional de la vida.
Truenan contra "los dueños de los medios", pero, al mismo tiempo, lo que quieren es que, en todos, se imponga la voluntad y los antojos de uno solo: Hugo Chávez.
La colegiación obligatoria, la expansión tecnológica, internet, los géneros periodísticos, nuevos y viejos autores; el acceso a la información y la libertad de expresión en este país.
Los temas los puso en la mesa uno de los contados chavistas que aún ejerce el oficio. Cierto, profesor Díaz Rangel: hay que discutir. Yo estoy por acá a su orden.
Eso sí: vamos a dejarnos de piraterías. No convirtamos necesidades políticas a conveniencia en normas inapelables, ni invoquemos figuras que no están escritas en ninguna parte.
El que quiera discutir que se presente en el Colegio Nacional de Periodistas, -ese que tanto defendieron antes de que les pareciera loable lo que ahora no les gusta- y presente sus postulados.
Y el día que toque cambiar la ley de periodismo para adaptarla a las nuevas realidades, podremos encuadrar el universo gremial en un nuevo marco. Si se bajan del pedestal superpatriota y le pierden la grima al otro, nos contaremos de nuevo. Otra vez quedarán derrotados.
Y, como mayoría, haremos eso que ustedes jamás hacen: escuchar.
Por: Alonso Moleiro